El VACÍO


Tener coño es un estigma en sí mismo. Y por ello, en menor o mayor medida ya somos diferentes, por mucho que nos empeñemos en no serlo y en disfrazar las diferencias de esa forma, además, tan paradójica.

Ya sé, ya sé… que no es manera de empezar a contar algo. Pero es que me puede la espontaneidad cuando expreso mis sentimientos, cuando escupo la emoción de haberme dado cuenta de cómo han sido las cosas.

 

Y es que me he pasado tantos años reprimiéndolos, que ahora tengo un poco de empacho. Y ya se sabe que cuando una tiene empacho, por lo general, acaba vomitando. 

 

 

Acuarela, grafito y lápices · Zuriñe Aguirre
 

 

 Ni tanto, ni tan calvo, rezaba el refrán de mi abuela Vittori.  

 

El vacío emocional está muy relacionado con haber sido un puto robot social durante, ¡déjame pensar!... unos dieciséis años, chispa arriba, chispa abajo.

 

Cuando era (más) joven me consideraba “progre”, transgresora, luchadora, ilusionada y tantos adjetivos más que fueron disipándose con el paso de los años y un dejarme llevar por las circunstancias.

Aun enarbolando la bandera del feminismo me he convertido en la detractora silenciosa por todas las cosas que he hecho y, sobre todo, he dejado de hacer. Estas últimas palabras son de una gran amiga del alma.

 

Circunstancias, cada una tenemos las nuestras, el amor, los hijos, la situación económica o laboral y otras muchas más. Cada cual sabe cuáles fueron las que le llevaron al camino de los borregos. 

 

Acuarela y grafito · Zuriñe Aguirre

 

 Ese camino que nadie quiere llamar por su nombre, el camino de los borregos.

 

Yo formé parte del rebaño el día que decidí tener hijos y cuidarlos como se cuidan los hijos, a mi parecer, siempre a mi parecer sin ningunear otras creencias de crianza u otros modelos.

Yo formé parte del rebaño el día que confié en la creencia de que la crianza es tarea de dos, en todos los casos, a partes iguales.

 

Quería formar parte de la vida de mis hijos, amamantarles, eso solo lo hace la madre. La no lactancia es extensible a otros miembros de la tribu. Quería despertarles cada mañana con un abrazo y muchos besos. Estar con ellos en cada momento importante de sus vidas, desde los más amargos hasta los más divertidos o dulces. Cuidarles cuando estuvieran enfermos.

Enseñarles las pequeñas cosas de cada día, disfrutar de cada ratito, contarles cuentos, jugar con ellos… disfrutar de ellos y acompañarles en el camino de la vida, en definitiva.

 

Mi profesión me lo permitía en cierta medida. Tuve que disminuir las horas de trabajo y el número de proyectos, pero podía compaginarlo, pagando el precio de tener un sueldo más reducido e incluso, a veces, no tenerlo. 

Nunca dejé de trabajar. Y hubiera cambiado mi papel a la otra parte en muchas ocasiones, pero nunca lo hice, mea culpa, hubiera sido muy enriquecedor. Y años más tarde no hubiera sido víctima de mis propios actos y sus consecuencias.

 

Me surgieron ofertas muy interesantes para trabajar fuera de mi estudio, para otras empresas y lo sopesé en más de una ocasión.

Tenía que decidir entre seguir desarrollando una carrera profesional fuera de casa dejando a mis hijos a cargo de otra persona o confiar en el acuerdo no tácito de ser en gran medida, la encargada de cubrir ese espacio emocional y la educación de nuestros hijos.

 

¡Cuidado con los acuerdos no tácitos! Donde dije digo… otro refrán de mi abuela, que por cierto nunca terminaba y al que ponía siempre en la última sílaba una entonación especial, asintiendo a su vez con la cabeza (jajaja).

 

A veces existen situaciones algo especiales, como tener la familia muy lejos o que la otra parte tenga largas ausencias intermitentes. Como decía, cada una vive la feria como decide.

 

Mi instinto y mis valores me llevaron a seguir adelante con la primera decisión, criar a mis hijos a pesar de comprometer mi economía personal y años más tarde mi situación emocional y sentimental y mi integridad, en alguna ocasión, como persona.

 

Catorce kilos y casi tres años para volver a llenar otra vez el vacío que sentí del abandono y la indiferencia. El vacío frío, desgarrador, innecesario… Abandono de mi. NO culpo a nadie, la responsable es ésta que escribe. Las decisiones que tomamos son responsabilidad nuestra. Si decides confiar en alguien, recuerda, eres tú quien confía. Si fallan a esa confianza, eres tú quien debe poner tierra de por medio. Aunque a veces sea complicado en el momento preciso. No te olvides nunca de tí.

 

El vacío llega cuando das y no recibes nada. No espero recibir cuando doy, pero tampoco espero que se desprecie mi bondad, confundiéndola con estupidez.     

 

El vacío se siente cuando cuidas y no te cuidan. Cuando gustosamente haces que las personas que te rodean se sientan bien. Cuando te preocupas más por el bienestar de los que quieres que por el tuyo propio. Y de repente, un día, te das cuenta de que te has abandonado y estás en la retaguardia y no en el frente.

 

Nunca lo hagáis. Fin. 

 

Acuarela y grafito · Zuriñe Aguirre

 

 

Primero quiérete tú mucho, para querer más y mejor a los demás. Quédate contigo. Enamórate de ti. Eres con quien tienes que pasar el resto de tu vida, contigo misma.

 

Los años pasan y los hijos crecen y la soledad se arrima. Si te amas, si te pones en primera posición, la soledad se larga. Nunca te sentirás sola cuando sepas estar contigo, a solas. El vacío se llenará de paz, calma y plenitud.

 

Inconscientemente seguimos los patrones de las personas que hemos tenido de ejemplo, de la tribu, de los que nos rodearon cuando éramos pequeñas. Inconscientemente, sin cuestionarnos nada, dejándonos llevar, hemos repetido comportamientos y creencias que nos han limitado como mujeres porque otras mujeres hacían eso y era lo correcto. Es necesario cuestionar.

 

Esta es una historia cualquiera, no cualquiera porque no tenga importancia, que la tiene y mucho. Es una historia como tantas más. La de historias que existen como ésta…

Quiero que sirva de algo, quiero ayudar con mis palabras y con mis hechos y no hechos. Esa es mi intención. No escribo desde LA ISLA MÍNIMA para resarcirme o para escupir mis vivencias. Escribo porque creo que cuando cuentas tu experiencia, y, además, desafortunadamente es negativa, puede ayudar a vislumbrar el camino de los borregos a otras personas y salir del rebaño a tiempo.

 

La Isla Mínima es mi lugar de paz, mi interior. 

 

Acuarela, grafito y lápices · Zuriñe Aguirre

 

 

A pesar de todo, nunca volvería atrás. 

Solo por mis hijos, nunca retrocedería. 

Ésta no era la vida que yo imaginaba, pero cada día es un regalo y eso lo he aprendido hace no mucho. Hice lo que tenía que hacer y no espero agradecimiento, tampoco indiferencia ni subestimación. Ser consecuente y esforzarte en lo que crees no tiene precio. Hay cosas en la vida que no son susceptibles de ser negociadas. 

Me gustan las personas claras, las personas que no juegan con otras personas manipulando sentimientos para conseguir un fin. Me gustan las personas que están ahí incondicionalmente. Las personas que no engañan, que no juegan a dos bandas, que son fieles de actos y de alma. Me gustan las personas sinceras y comunicativas, las personas buenas.

 

Ahora estoy construyendo la vida que imagino.

 

Ya no estoy vacía.

No siento vacío dentro de mí porque no le doy poder a nadie sobre mi vida. Ya no estoy acorralada, estoy donde quiero estar.

 

¿Cómo estás tú?

 

Dedicado a Eli.

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